Quisiera comenzar por matizar el concepto que estamos tratando. Por aprendizaje informal se entiende una de las tres categorías en que suele clasificarse la tarea de aprender. Las otras dos son: (1) el aprendizaje formal, que es aquel dirigido por una institución y por tanto muy estructurado en torno a un sistema de asignaturas, grados, etc.; y (2) el aprendizaje no formal, que hace también referencia al aprendizaje estructurado pero, en este caso, fuera de un sistema oficial educativo. En consecuencia, el aprendizaje informal queda caracterizado precisamente por la ausencia de una estructura que lo controle. Al contrario: es un aprendizaje que surge de manera espontánea y sin que medie planificación alguna. Es el aprendizaje del día a día, de la experiencia, de la curiosidad.
En este punto, me gustaría sacar a debate la idea de que el aprendizaje informal se sitúa siempre en un contexto educativo concreto. Por ejemplo, la familia donde la persona crece es un contexto educativo donde se posibilita ciertamente el aprendizaje informal. Lo que allí se aprende: habilidades, destrezas, modales,… no tiene estructura ni planificación, pero el contexto: la familia, sus relaciones, el hogar, etc.; es imprescindible ya que, de alguna manera, llena de contenido el aprendizaje. Lo mismo ocurre con el resto de las relaciones sociales, laborales,..., en la que uno está inmerso: son efectivamente un contexto que suscita un aprendizaje informal. Evidentemente, son también contextos educativos que favorecen el aprendizaje informal, las relaciones sociales que establecidas a través de las TIC, como las redes sociales, etc.
Esto me lleva a plantear otra cuestión a este foro: el aprendizaje informal, según sea el contexto en el que se desarrolla, dependerá de algunos condicionantes del propio alumno. El más importante es la motivación o el interés, un elemento que se mide a través del grado de participación. En efecto, siendo el aprendizaje informal ajeno a las estructuras y, por tanto, libre de las ataduras de las técnicas clásicas de evaluación tales como exámenes, trabajos, etc.; la calidad de dicho aprendizaje podrá valorarse analizando la intensidad de la participación, activa y colaborativa, del estudiante. Por otra parte, la formación personal previa del alumno, adquirida con los años, ya sea formal o informal, es igualmente un factor determinante en algunos contextos de educación. Considérese por ejemplo lo decisivo que resulta tener un bagaje científico para participar en una comunidad virtual especializada en un tema concreto.
Para finalizar, quisiera mencionar un último punto de discusión: el aprendizaje informal no debe entenderse como ausencia total de reglas puesto que el contexto educativo en el que se desarrolla exige que los agentes implicados actúen según unos roles definidos. Por supuesto que el reparto de dichos papeles podrá ser flexible e intercambiable, pero en cada situación y en cada contexto educativo, para que se pueda dar aprendizaje, la figura del formador y del alumno, con sus correspondientes relaciones, deberán estar claras. Por este motivo, se puede hablar de “aprendizaje informal personalizado” aunque a primera vista pudiera parecer una paradoja. Igualmente, por este mismo motivo, las aptitudes del que actúa como formador, podríamos decir también como guía o como consejero, son también un elemento decisivo en el aprendizaje informal.
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