En la actualidad asistimos a una proliferación de cursos de enseñanza online. Como es fácil de entender, lo habitual es que a cargo de dicha enseñanza se sitúen profesores que hasta entonces habían ejercido su profesión en el contexto de la docencia presencial. Sin embargo, no es tan fácil aceptar el hecho de que ser un buen profesor de aula no implica necesariamente serlo del mismo modo en el mundo online. En efecto, la enseñanza virtual posee una serie de características que la hacen diferente y, por tanto, las cualidades de sus profesores son específicas.
Ciertamente, el auge de la enseñanza online se ha visto favorecido por el desarrollo de las nuevas tecnologías, las cuales han logrado camuflar, de alguna manera, la separación física que media entre alumnos y profesores. Por este motivo, al profesor online se le exige un constante empeño en las tareas encaminadas a mantener la estrecha cercanía con los alumnos que es propia de todo contexto educativo. Así pues, la constancia y el orden aparecen como virtudes inexcusables del docente, puesto que de ellas dependen la calidad y la frecuencia de sus participaciones en los foros y en los chats, la profundidad y el acierto de sus comentarios, y la oportunidad de sus mensajes de ánimo. En efecto, un correo enviado a tiempo comporta efectos muy positivos al igual que retrasar una corrección a menudo puede acentuar la desmotivación del estudiante.
Por otra parte, el profesor online no debe perder nunca de vista cuál el modelo de perfil del alumno que se matricula en un curso de enseñanza virtual. Al menos en la actualidad, dicho perfil corresponde a una persona de unos 40 años que ha asumido amplias responsabilidades en el mundo profesional y familiar. Por este motivo, la calidad y la cantidad del tiempo que pueden dedicar al estudio no suelen ser las deseables. Esto es importante a la hora de plantear los contenidos del curso, la documentación, las actividades recomendadas o los mecanismos de evaluación. A este respecto, se comprende que el docente deba representar un rol de facilitador del aprendizaje y emprender iniciativas orientadas a cubrir esas deficiencias lógicas en el estudio de sus alumnos. Por consiguiente, con paciencia y comprensión, el profesor elaborará los contenidos de manera que resulten atractivos, sopesará la carga de las actividades obligatorias y valorará en su justa medida las ausencias a las clases y los retrasos en las entregas.
En definitiva, si consideramos que el profesor online debe por su parte compatibilizar igualmente su tarea docente con otras muchas ocupaciones, llegamos a la conclusión de que juega una difícil papeleta. En efecto, todo lo exigente, cuidadoso, previsor, ordenado y puntual que debe ser en sus obligaciones, lo debe ser a su vez en comprensión, paciencia y conciliador en la exigencia -que nunca es debilidad ni permisivismo- respecto a sus alumnos. El profesor online afronta las dificultades propias de la educación a distancia en la perseverante búsqueda de innovadoras estrategias en vistas a alcanzar el objetivo de toda enseñanza, esto es, que el alumno, a pesar de los pesares, aprenda y disfrute aprendiendo.
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